FUNDACIÓN DE QUITO
En
la memoria colectiva, la fundación de Quito se remite a los tiempos legendarios
de Quitumbe y sus primeros habitantes los Quitus, que más tarde se fusionaron
con los Caras. La historia de Quito no empieza ni termina con la llegada de los
conquistadores españoles, cuya presencia, a no dudarlo, constituye un
importante hito en el curso de la milenaria trayectoria vivida por nuestro
pueblo.
Inmediatamente
después de la victoria del Soberano quiteño Atahualpa sobre los Incas, llegaron
a Cajamarca los conquistadores españoles dirigidos por Francisco Pizarro y
Diego de Almagro.
Uno de los
miembros de la expedición fue Sebastián de Benalcázar, nombrado Teniente de
Gobernador de San Miguel de Tangarara próximo a Túmbez, quien pronto se informó
sobre la famosa ciudad de Quito así como las noticias sobre el viaje de Pedro
de Alvarado desde Guatemala. Estas dos referencias indujeron a Benalcázar a
dejar San Miguel y encaminarse hacia el norte a la cabeza de unos doscientos
soldados.
A marchas
forzadas avanzó por el callejón interandino; en el camino estuvo a punto de ser
derrotado por los bravos defensores de Quito liderados por Rumiñahui, quienes
no lograron vencerlo a causa de una erupción volcánica, que desarticuló la
acción indígena.
En medio del
desconcierto Rumiñahui ordenó arrasar la tierra, incendiar la ciudad y esconder
sus tesoros, de tal forma que Benalcázar solo encontró cenizas y avanzó hasta
Cayambe donde saqueó un templo.
El 12 de julio
de 1534, Diego de Almagro desde Quito ordenó a Benalcázar reintegrarse a la
disciplina de las huestes conquistadoras. Retornaron hacia el sur y juntos en
agosto de ese mismo año acamparon en la llanura de Riobamba o Riobamba a
orillas de la laguna de Colta, donde el 15 de agosto de 1534 Almagro fundó la
ciudad de Santiago de Quito, como acto de conquista para consolidar sus
derechos frente a la presencia de Pedro de Alvarado.
A punto
estuvieron de enfrentarse y combatir las tropas de Almagro contra las de
Alvarado, más el buen juicio evitó derramar sangre y tras un acuerdo quedaron
en paz. Poco antes de regresar al Perú para hacer efectivo el convenio, el
viernes 28 de agosto de 1534, Diego de Almagro funda una nueva ciudad, a la que
pone por nombre San Francisco de Quito, para que sea instalada en la ciudad
indígena de Quito, ubicada a unas treinta leguas de distancia.
Con el
propósito de establecer la nueva ciudad, su primer Alcalde ordinario Juan de
Ampudia partió hacia el norte, y poco después, el 8 de septiembre, con similar
propósito también se encaminó hacia ella Sebastián de Benalcázar.
Ampudia
dirigió los trabajos de reconstrucción de la capital de los Shirys. Benalcázar
llegó a Turubamba el 4 de diciembre y luego de descansar un día, el domingo 6
de diciembre de 1534 hizo su entrada a Quito y de inmediato dispuso que el
escribano Gonzalo Díaz de Pineda notifique a los alcaldes para proceder a
instalar en debida forma el Cabildo de la ciudad.
Así, conforme
las actas y la minuciosa recapitulación hecha por el Dr. Ricardo Descalzi en su
obra "La Real Audiencia de Quito claustro en los Andes", el 6 de
diciembre de 1534 Benalcázar instaló la ciudad de San Francisco de Quito,
fundada el 28 de agosto del mismo año por Almagro.
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